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Los desafíos a los que se enfrentan los mercados energéticos

Con la situación actual, que ha cambiado tantas cosas (muchas de ellas, seguramente para siempre) los mercados energéticos tienen por delante desafíos importantes. Si ya se encontraban en una época de cambios trascendentales, estos se están acelerando y, además, están surgiendo nuevos retos inesperados. ¿Qué va a cambiar en los mercados energéticos? ¿Cuáles serán las energías que saldrán perjudicadas y cuáles serán las beneficiadas? Te contamos todo lo que nos espera en el futuro próximo.

Las consecuencias del coronavirus en los mercados energéticos

Sin duda, la pandemia de Covid-19 ha alterado por completo nuestro modo de vida acelerando cambios fundamentales en las fuentes de energía. Por eso, es inevitable empezar hablando de estos cambios, ya que algunos han sido bruscos e importantes.

El carbón, el gran perdedor de los mercados energéticos por el coronavirus

Sin duda, la fuente de energía más afectada por la pandemia de Covid-19 ha sido el carbón. De hecho, las consecuencias pueden ser tan importantes, que algunos expertos creen que esta industria ya no se recuperará. La producción se ralentizó muchísimo, creciendo apenas un 0,5% este 2020 y debido, principalmente, a la imposibilidad de extraer el mineral y de que los trabajadores pudieran acceder a la minas en China, Polonia y otros países. Sin embargo, las consecuencias van mucho más allá de un parón temporal de la producción. Antes de la pandemia, la industria del carbón ya estaba sometida a una gran presión, debido a la concienciación sobre el cambio climático y la pujanza de las renovables, capaces ya de producir energía mucho más barata. Con la crisis provocada por la pandemia de Covid-19, la demanda de energía global ha descendido y eso ha afectado especialmente al carbón, el eslabón más «débil». ¿Por qué? Porque ante esa menor demanda, lo primero que se ha recortado ha sido este carbón (con mínimos que no se veían en 30 años), al ser la fuente más cara, de manera que el gas, la energía solar o la eólica han primado en esa demanda. Esto ha producido que la valoración de las empresas, dentro de los mercados energéticos y especialmente a futuro, haya caído en picado. Por eso, muchos dudan de que el sector se pueda recuperar.

El petróleo, el gas y su futuro incierto dentro de los mercados energéticos

La otra gran fuente de energía afectada ha sido el petróleo. El descenso en el uso de vehículos por el confinamiento, así como de los vuelos y navegación marítima, debido a las restricciones al turismo y cierre de fronteras, ha afectado muy seriamente también al petróleo. Eso, unido a las turbulencias provocadas por algunos países productores, como Rusia e Irán, ha hecho que presenciemos imágenes inesperadas. Entre ellas, que el barril de petróleo norteamericano llegara a cotizar en negativo, algo prácticamente inédito. Además, se están dando otra serie de problemas logísticos añadidos en la industria petrolera. Las épocas de baja demanda son aprovechadas para realizar labores de mantenimiento de las instalaciones. Sin embargo, la pandemia ha provocado una disrupción en la producción de piezas y una dificultad para realizar estas actividades, lo que supone otro problema adicional. En cuanto al gas natural, gran parte del que se produce no es renovable y está vinculado al petróleo. De esta manera, la industria del gas se está viendo arrastrada por los mismos problemas de menor demanda brusca. ¿Cuáles van a ser las consecuencias de todo esto en los mercados energéticos de petróleo y gas? Según algunas estimaciones, estas industrias van a perder nada menos 1 billón de dólares (1 trillón norteamericano) respecto a lo que tenían previsto en 2020. ¿Significa esto que todos los mercados energéticos sufren la misma suerte? Al contrario.

El acelerón de las energías renovables

Esta crisis pasará, y la demanda de energía no solo volverá a los niveles habituales, sino que aumentará con la esperada gran electrificación de sectores como el de la logística y el transporte. Eso quiere decir que el hueco que van a dejar las industrias del carbón, el petróleo y el gas debe ser cubierto por alguien. En este caso, las energías renovables, especialmente la eólica y, sobre todo, la solar. Según las estimaciones de la IEA (International Energy Agency), el crecimiento esperado de las renovables para este 2020 será del 5%. Dada la reducción de la demanda global de energía por la pandemia de coronavirus este año, eso significaría que el 30% de esta demanda se podría cubrir con energía renovable. Añadido a eso, en el núcleo de los paquetes de estímulo de muchos países está incentivar la energía verde como motor de recuperación. La situación es tal, que la misma IEA cree que esta crisis del coronavirus terminará con la demanda de combustible fósil. De hecho, es posible que muchas empresas dedicadas a ellas reenfoquen su actividad hacia la energía verde, siguiendo la estela actual de la mayoría de inversores. Las energías renovables se muestran como las únicas con resiliencia para superar esta crisis. Los problemas puntuales de paralización de obras o suministro ya se están solventando y es posible que estos meses vayan a suponer el acelerón definitivo para que, de aquí a unas décadas, toda la energía que consumimos sea inagotable y limpia. Esa es la visión que tuvimos desde el primer día en Enérgya-VM, y cada vez está cerca.
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